18 de mayo de 2009

¿Tenemos la verdad en nuestras manos?


Los estudiantes de periodismo, desde su primer día en la universidad, empiezan a reconocer la magia del llamado fuego interno entre las clases, empiezan a mirar el mundo de otra manera. Cuando uno se viste de periodista, busca esclarecer la verdad. El análisis de repente empieza a ser parte de su vida para entender al mundo o el hecho que está ocurriendo. Sin embargo, ese afán de saber más que los demás cuestiona su actitud.

Sin embargo, hay que preguntarnos: ¿Tenemos realmente la verdad en nuestras manos?

Dentro de las clases. Los jóvenes reciben los primeros conceptos prácticos del periodismo. La famosa objetividad, parcialidad, el punto de vista de la realidad. Conceptos que terminan con un semestre de clases, y –sobre todo-, para los jóvenes la certeza de que todo puede ser posible cuando se busca la verdad solamente llevando esas pistas en el bolsillo.

Sin embargo, en el transcurso del tiempo. Esas normas empiezan hacer cuestionadas y nombradas una y otra vez por otros profesores que quieren entre sus propios análisis romper con los conceptos vacíos y encontrar entre su teoría una forma de comprensión del mundo, y si es posible encontrar una ciencia en el periodismo.

La Universidad construye al periodista para ser más humano, crítico, analítico. Bases que visten al verdadero periodista. Aprenden a escribir, narrar hechos, ser locutores, productores. Sin embargo, muy poco se aprende cuando se deja de ir a las calles. Muchos jóvenes olvidan su verdadero fin en la carrera: de contar historias humanas que reflejen a la sociedad; y al contrario, buscan ser los interpretes de la televisión, el más popular.

Durante los últimos semestres los jóvenes conocen claramente conceptos claves y tienen su propio punto de vista de las mismas. No les interesa saber más, sólo les interesa cumplir con horas de pasantía para poder graduarse. Olvidan, de repente, la responsabilidad analítica.

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